Una nueva era de furia y acero.

Qué lindo que haya llegado mayo, porque al fin tenemos el verdadero tanque en nuestras consolas. Lanzado para PC, Xbox Series X|S y PlayStation 5, DOOM: The Dark Ages es la más reciente entrega de la legendaria saga de id Software, publicada por Bethesda Softworks. A diferencia de las últimas dos entregas, que se enfocaban en un futuro sci-fi con tintes demoníacos, esta nueva propuesta traslada la carnicería al pasado, ubicándonos en una época medieval oscura, brutal y sumamente estilizada. Es una precuela directa de DOOM (2016), que nos muestra los orígenes del Doom Slayer, su forja como guerrero y el nacimiento de su leyenda. El resultado es una aventura cruda, poderosa y sangrienta, que mezcla fantasía oscura con la identidad ultraviolenta que hizo famosa a la franquicia. Desde CDF Gaming lo estuvimos testeando y nos enloqueció (para bien!).

Una historia que forja al Slayer original

En The Dark Ages, el protagonista todavía no es el icónico Doom Slayer que conocemos, pero está en camino a convertirse en él. La narrativa sigue al «Nameless One», un guerrero solitario que se enfrenta a las fuerzas del infierno mientras el mundo colapsa a su alrededor. Reinos humanos en guerra, sacerdotes oscuros que abren portales infernales, bestias de otra dimensión y traiciones entre nobles conforman el telón de fondo de este relato. Si bien el juego no es dependiente del diálogo (al igual que sus predecesores), el universo se construye con cinemáticas potentes, registros antiguos y un trabajo de ambientación que grita historia en cada rincón. No es un RPG, pero se toma muy en serio su narrativa mitológica.

Un combate pesado, cruel y adictivo

El corazón del juego sigue siendo la jugabilidad. En esta entrega, el frenetismo de DOOM Eternal se transforma en algo más crudo, más físico, casi táctico. El arsenal refleja la era medieval con una vuelta de tuerca sci-fi: tenés una ballesta explosiva, una maza giratoria con cuchillas retráctiles, una guillotina portátil (que reemplaza a la motosierra) y el regreso de la clásica escopeta de dos caños, esta vez con diseño de herrería brutalista. Cada arma tiene múltiples modos de disparo, y la sensación al usarlas es visceral. A esto se suma un escudo que se puede lanzar como búmeran (sí, muy al estilo God of War), que también sirve para embestidas cuerpo a cuerpo.

Las ejecuciones vuelven con toda su gloria, con animaciones personalizadas según el tipo de enemigo, ángulo de ataque y arma utilizada. No solo aportan brutalidad, sino también recursos vitales como vida y munición, obligándote a usarlas de forma estratégica en pleno combate.

Diseño de niveles con ADN clásico y alma moderna

Los escenarios de The Dark Ages son enormes, interconectados y con múltiples caminos ocultos. Castillos infestados, aldeas destruidas, criptas malditas, fortalezas en lo alto de acantilados: cada nivel está cargado de secretos, desafíos opcionales y coleccionables que expanden el universo. El plataformeo y la verticalidad, presentes en las últimas entregas, siguen existiendo pero con menos énfasis en lo acrobático. Aquí pesa más la exploración deliberada, los pasadizos, los puzles mecánicos y la búsqueda de artefactos perdidos.

Un gran acierto es la incorporación de la montura Hellsteed, una bestia demoníaca que podemos invocar en secciones específicas. Nos permite desplazarnos con velocidad y usar nuevas técnicas de combate, abriendo posibilidades únicas para ciertas batallas masivas en campo abierto.

Gráficos con carácter e identidad brutalista

Visualmente, el juego es un festín de horror medieval. El motor gráfico id Tech 8 alcanza nuevos niveles de detalle: desde los reflejos de la sangre en el acero hasta la iluminación tenue de antorchas en criptas infestadas. La paleta de colores es mucho más opaca que en Eternal, con predominio de grises, verdes mohosos y rojos apagados, lo que refuerza el tono decadente y gótico. El diseño artístico recuerda a las portadas clásicas de discos de metal o a ilustraciones de viejos manuales de Dungeons & Dragons, pero llevado a un realismo aterrador.

Cada enemigo tiene un diseño único, con armaduras oxidadas, deformidades infernales o rituales tallados en la carne. Visualmente, el juego no solo impresiona: genera incomodidad, tensión y un asco delicioso.

El sonido del infierno, versión medieval

En el apartado sonoro, DOOM: The Dark Ages no decepciona. Aunque Mick Gordon ya no está involucrado, los compositores Andrew Hulshult y David Levy construyen una atmósfera potente con metal, coros latinos, percusión tribal y toques electrónicos que se sienten arcaicos y modernos al mismo tiempo. El resultado es asombroso.

Los efectos de sonido, desde el golpe seco de una maza hasta los rugidos demoníacos, están perfectamente calibrados. El audio 3D suma una capa extra de inmersión, y cada zona tiene su identidad acústica propia. Jugar con auriculares es altamente recomendable.

Rejugabilidad, secretos y modos adicionales

Además de la campaña, el juego incluye desafíos extra, arenas de combate desbloqueables y modos de dificultad que pondrán a prueba incluso a los veteranos. El sistema de progresión es simple pero efectivo, con mejoras para armas, salud, armadura y habilidades especiales, todas desbloqueables a través de la exploración o cumpliendo retos específicos.

La duración de la campaña ronda las 14-16 horas en dificultad normal, pero puede extenderse fácilmente a más de 25 si te proponés completarlo al 100%. Y sí: hay secretos al estilo de los DOOM clásicos, con niveles ocultos y homenajes pixelados que valen oro.

¿Vale la pena meterse en este infierno medieval?

Absolutamente. DOOM: The Dark Ages no solo se anima a cambiar el escenario: lo hace con convicción, estilo y un respeto enorme por el legado de la saga. Es un título que se siente nuevo pero familiar, desafiante pero justo, y que te atrapa tanto por su acción como por su universo visual y sonoro. Es un viaje al infierno como nunca antes lo viste: con espada en mano, sangre en el barro y una furia ancestral que quema desde adentro.

Conclusión de CDF Gaming

DOOM: The Dark Ages es una reinvención majestuosa que expande el universo sin sacrificar lo que lo hace único. Es salvaje, oscuro, hermoso y violento. No es solo una gran precuela, es una obra que demuestra que DOOM puede ir a cualquier época… y seguir siendo el rey del caos. Una lección de cómo reinventarse sin perder identidad.

Nota de redactor

9.5/10

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