Paladín en Diablo IV: la luz vuelve a Santuario | PREVIEW
Un regreso esperado que revive la nostalgia.
El Paladín finalmente llegó a Diablo IV y, lejos de ser una simple clase nueva, se transformó en un verdadero punto de inflexión para el juego. Blizzard introdujo al Paladín como acceso anticipado mediante la precompra de Diablo IV: Lord of Hatred, expansión que verá la luz el 28 de abril de 2026, pero desde diciembre de 2025 ya está dando que hablar. El anuncio no solo trajo una clase clásica de vuelta, sino que despertó una fuerte ola de nostalgia entre los jugadores veteranos que no tardaron en compararlo con los mejores años de Diablo II.
La fantasía del Paladín: fe, justicia y convicción
El Paladín representa una fantasía muy clara y poderosa: un guerrero sagrado que utiliza la Luz como fuerza universal, no atada a una religión específica sino a una convicción profunda en la justicia. Integrado en la facción de los Guardianes de la Luz, este nuevo Paladín busca romper con los errores del pasado de la orden Zakarum, mostrando una versión más equilibrada, reflexiva y resistente a la corrupción. Su credo se basa en valores como el Valor, la Esperanza y la Sabiduría, algo que se refleja tanto en la narrativa como en el gameplay.

Un combate cuerpo a cuerpo sólido y extremadamente versátil
En términos jugables, el Paladín se planta como una de las clases más completas de Diablo IV. Su foco está en el combate cuerpo a cuerpo, pero cuenta con herramientas defensivas, control de masas, daño en área y soporte para adaptarse a casi cualquier situación. Desde habilidades básicas como Blandir o Saeta Sagrada, hasta ataques principales como Martillo Bendito o Escudo Bendito, el ritmo de juego es fluido, contundente y muy satisfactorio.
Auras que definen su identidad
Las auras son uno de los elementos más distintivos del Paladín. Funcionan de forma pasiva y activa, otorgando bonificaciones constantes que refuerzan tanto al personaje como a sus aliados. Aura de Fanatismo potencia el daño ofensivo, Aura Desafiante refuerza la supervivencia, y Aura de Luz Sagrada mezcla daño automático con curación. En conjunto, convierten al Paladín en una clase ideal para el cooperativo sin perder efectividad en solitario.
Valor y Justicia como ejes del árbol de habilidades
El árbol de habilidades está claramente dividido en conceptos. Las habilidades de Valor priorizan el control del campo de batalla y la resistencia, con opciones como Égida o Estrella Caída, que introduce una espectacular ofensiva aérea angelical. Por su parte, las habilidades de Justicia castigan al enemigo con daño sagrado, aturdimientos y zonas persistentes, destacándose Consagración y Lanza de los Cielos, una de las habilidades más impactantes a nivel visual.

Habilidades definitivas que se sienten realmente definitivas
Las habilidades definitivas del Paladín están pensadas para cambiar por completo el ritmo del combate. Furia Celeste convierte al personaje en una fuente constante de daño, Fortaleza crea una zona defensiva clave para encuentros difíciles, y Árbitro Justiciero se roba todas las miradas: una transformación angelical que altera la movilidad, reemplaza la evasión y refuerza el daño de forma dramática durante varios segundos.
Juramentos y builds: profundidad para el endgame
Uno de los sistemas más interesantes son los Juramentos. Zelote, Juggernaut, Judicante y Discípulo funcionan como especializaciones que modifican cómo escalan las habilidades y cómo se encadenan los efectos. Esto habilita builds muy diferentes entre sí, desde configuraciones explosivas basadas en críticos hasta estilos más defensivos o centrados en la forma de Árbitro. En pocos días, la comunidad ya encontró configuraciones capaces de infligir millones de puntos de daño, algo que despertó tanto entusiasmo como debate.

Objetos únicos y el regreso del escudo como protagonista
El Paladín introduce los manguales como nuevo tipo de arma y suma una enorme cantidad de objetos únicos diseñados a medida. Escudos que habilitan contraataques automáticos, armas que duplican efectos de habilidades clave y amuletos que combinan varios juramentos en una sola skill refuerzan la sensación de una clase profundamente personalizable. Además, la asociación de estos ítems con jefes específicos potencia el farmeo en el endgame.
Primeras sensaciones de CDF Gaming
El Paladín no solo suma contenido, sino que parece haber revitalizado el entusiasmo alrededor de Diablo IV. Su combinación de nostalgia, potencia, profundidad y fantasía bien definida lo posiciona como una de las mejores incorporaciones del juego hasta ahora. Si Blizzard logra mantener un buen balance a largo plazo, la Luz no solo volvió a Santuario: llegó para quedarse. Y verdaderamente me recuerda mucho a la segunda entrega.
Desde anoche me la pasé leyendo comentarios de colegas y gamers y todos concluimos en que plagamos las redes y grupos de comentarios positivos, destacando lo divertida y poderosa que se siente la clase. Como menciono un poco más arriba, muchos coincidimos en que el Paladín logró devolverle a Diablo IV ese “aroma” a los mejores tiempos de Diablo II. Incluso referentes como Rob2628 señalaron lo rápido que se optimizaron builds extremadamente fuertes, algo que refuerza la sensación de una clase “rota”, pero muy disfrutable.
