Dying Light: The Beast | REVIEW
Sin cambios en la fórmula.
El 18 de septiembre de 2025 llegó finalmente Dying Light: The Beast, la nueva propuesta de Techland que nació como expansión de Dying Light 2: Stay Human pero terminó tomando forma de entrega independiente. Disponible en PC, PlayStation 5 y Xbox Series X|S (con versiones prometidas para PS4 y Xbox One previstas para fin de año), el título marca el regreso de un viejo conocido: Kyle Crane, protagonista del primer juego y su expansión The Following. La decisión de adelantar la fecha un día se debió a un logro notable: superar el millón de reservas anticipadas.
En esta ocasión, Techland apuesta por un giro más oscuro y visceral, con un enfoque en el survival horror y una ambientación que se aleja de las ciudades plagadas de zombis para llevarnos a Castor Woods, un valle boscoso cargado de misterio y amenaza.

Historia
Han pasado 13 años desde los sucesos de The Following. Kyle Crane, capturado y sometido a crueles experimentos por un villano conocido como el Barón, se enfrenta ahora a una nueva vida marcada por mutaciones y habilidades que lo convierten en algo más —y a la vez menos— humano. Con la ayuda de Olivia, una científica que lo libera, inicia un camino de venganza y redención, donde su peor enemigo puede ser tanto el Barón como su propia “bestia interior”.
La narrativa equilibra muy bien el horror de supervivencia con un drama personal: Crane ya no es el héroe impecable de antaño, sino un hombre al límite, cuya identidad se desmorona con cada paso. Esto le da al juego un tono maduro, intenso y cargado de tensión.
Gameplay
El corazón del gameplay mantiene la esencia de Dying Light: parkour fluido, exploración libre y combate brutal. Pero The Beast introduce suficientes novedades como para sentirse fresco:
- Entorno rural: Castor Woods reemplaza los grandes edificios por bosques densos, casas abandonadas, ruinas y senderos montañosos. El terreno irregular y la verticalidad natural exigen creatividad al moverse.
- Día y noche: Se mantiene la dinámica clásica: de día, infectados manejables; de noche, auténticas pesadillas que obligan a planificar cada salida.
- Combate híbrido: A las armas improvisadas y de fuego se suma el “Beast Mode”, que permite a Crane desatar su lado mutado con ataques devastadores, al precio de exponerse a perder el control.
- Supervivencia real: Las armas y vehículos se degradan, lo que fuerza a improvisar constantemente y a nunca depender de una sola herramienta.
- Cooperativo: Hasta cuatro jugadores pueden compartir la experiencia, lo que multiplica la rejugabilidad y la diversión en misiones abiertas o simplemente explorando el mapa.

Gráficos y sonido
Visualmente, Techland aprovecha el cambio de escenario. Los bosques, la niebla y los efectos de iluminación nocturna generan una atmósfera mucho más opresiva que en entregas anteriores. Cada atardecer funciona como un recordatorio de que el terror está por caer.
En lo sonoro, el trabajo es impecable: gruñidos en la distancia, ruidos entre los árboles y un diseño de audio que dispara la tensión en los momentos clave. El doblaje de Crane refuerza la dualidad entre el hombre y la bestia, mientras que la música acompaña con sutileza, sin robar protagonismo a los silencios cargados de peligro.
Duración, rejugabilidad y dificultad
La campaña principal ronda las 20 horas, pero si uno decide completar misiones secundarias, explorar cada rincón y mejorar al máximo las habilidades, la experiencia se estira fácilmente otras 20 o 30 horas. El modo cooperativo le suma aún más vida útil, ya que cada partida compartida puede tomar caminos diferentes.
En cuanto a dificultad, The Beast no perdona. El combate de noche, la fragilidad de los recursos y la agresividad de los enemigos obligan a pensar y administrar. No es imposible, pero sí desafiante, logrando que cada victoria se sienta ganada a pulso.

Conclusión de CDF Gaming
Dying Light: The Beast es, en esencia, el “Dying Light 3” que muchos fans pedían. Recupera el terror y la tensión del original, le da un giro narrativo interesante al traer de vuelta a Kyle Crane y ofrece un mundo que invita a explorar con cautela. No todo es perfecto —la degradación de equipo puede frustrar y algunos clichés zombis siguen presentes—, pero Techland entrega una experiencia sólida, absorbente y fiel a lo que la saga necesitaba.
Nota del redactor
8/10