Assassin’s Creed Shadows: Claws of Awaji (DLC) | REVIEW

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Un Japón feudal que sigue expandiéndose.

Assassin’s Creed Shadows llegó este 2025 como uno de los lanzamientos más esperados de Ubisoft, llevando finalmente a la saga al Japón feudal. Con dos protagonistas jugables, Yasuke (el samurái africano basado en la figura histórica) y Naoe (una shinobi de ficción), el juego base apostó por un mundo abierto vibrante, lleno de intrigas políticas, paisajes icónicos y la clásica mezcla de sigilo y combate que define a la franquicia. Si bien el título principal ya ofrecía decenas de horas de contenido, Ubisoft decidió expandir esa experiencia con su primer gran DLC: Claws of Awaji.

Un nuevo frente en la guerra de sombras

El DLC nos traslada a la isla de Awaji, un territorio clave entre Honshu y Shikoku, en medio de un clima de tensión entre clanes locales y mercenarios oportunistas. Aquí, los asesinos deben enfrentar una amenaza más personal: una facción rebelde conocida como “Las Garras”, un grupo de shinobi renegados que usan las mismas técnicas de Naoe, pero llevadas al extremo. Esta expansión no solo introduce un nuevo arco narrativo, sino que también profundiza en la dualidad de la protagonista y su rol dentro de la Hermandad.

Historia más compacta pero intensa

La campaña principal de Claws of Awaji ronda las 8 a 10 horas, con misiones que apuestan por un tono más oscuro y visceral. La narrativa se enfoca en la traición, la hermandad rota y los dilemas morales que conlleva enfrentarse a “enemigos que podrían haber sido aliados”. En contraste con la historia más épica y política del juego base, este DLC se siente más íntimo, casi como una crónica personal de Naoe, aunque Yasuke también tiene un rol de soporte importante.

Nuevas mecánicas y desafíos

En términos de gameplay, Ubisoft aprovecha la expansión para introducir un sistema de “armas modificadas” que potencian el sigilo, como garras metálicas que permiten trepar más rápido o atacar en ráfagas cortas y silenciosas. También se suman nuevas técnicas de parkour adaptadas a la arquitectura insular y combates en interiores angostos, que obligan a variar estrategias.

Los enemigos en Awaji son más despiadados: los shinobi renegados anticipan movimientos y usan emboscadas, lo que obliga al jugador a improvisar constantemente. A su vez, se agregan contratos secundarios de infiltración, que funcionan como mini retos autoconclusivos y aportan rejugabilidad.

Paisajes con identidad propia

Visualmente, Awaji ofrece una ambientación muy distinta al Japón continental del juego base. Las aldeas costeras, los templos sobre acantilados y las tormentas marinas que azotan la isla refuerzan la sensación de aislamiento. Ubisoft Montreal logra darle una identidad única a este nuevo mapa, más compacto pero denso en detalles, con atajos secretos y rutas de escape que invitan a explorarlo de forma más táctica.

Sonido y atmósfera renovada

La banda sonora incorpora percusiones más agresivas y flautas con un tono inquietante, acentuando la naturaleza “depredadora” de los enemigos que acechan en cada rincón. El diseño sonoro de las batallas en interiores —con ecos metálicos y golpes secos— transmite esa sensación de claustrofobia y brutalidad.

Rejugabilidad y dificultad

Aunque no es un contenido masivo como para extender decenas de horas extra, Claws of Awaji está pensado para jugarse más de una vez. Los contratos secundarios y la posibilidad de afrontar la campaña tanto con Naoe como con Yasuke suman variaciones interesantes. La dificultad, sin ser imposible, se siente un escalón más arriba que en el juego base, lo cual gustará a quienes pedían un reto mayor.

Conclusión de CDF Gaming

Claws of Awaji expande unas 10 horitas Assassin’s Creed Shadows, con un enfoque hacia un enemigo más personal y letal. Su ambientación única, el desafío renovado y la oportunidad de explorar un costado más oscuro de Naoe hacen de este DLC un complemento ideal para quienes ya quedaron atrapados en el Japón feudal de Ubisoft. No es un extra cosmético: es una pieza que amplía y enriquece la experiencia general.

Nota de redactor

8.5/10

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