Mechwarrior 5: Mercenaries | REVIEW

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De las cenizas de un universo que se pensó olvidado en el 2000, Piranha Games hace emerger nuevamente una saga de culto, entregándonos el Mechwarrior 5: Mercenaries. Este juego se lanzó originalmente en 2019 para PC mediante la plataforma de Epic Store y se lanzó con todo el 27 de mayo de 2021 en Steam y Xbox Pass, con un nuevo DLC llamado “Heroes of the Inner Sphere”.

Es posible que esta saga no sea tan conocida por nuevos jugadores, ya que la última experiencia clásica single-player se realizó en el año 2000. Habiendo establecido esto, la concepción del robot esta vista dentro del universo de Battletech, lo que implica que los robots no son ligeros, ni inteligentes ni tampoco te hacen el té, sino que son la futura máquina perfecta de guerra hecha de toneladas de metal, misiles, láser, cañones y bronca.

Fiel a la larga tradición de títulos anteriores, el estilo de juego es de simulación de pilotaje de Mechas en un universo de tipo sandbox interplanetario y de gestión de una organización de mercenarios, en donde debemos completar misiones que tendrán impacto en la relación buena o mala con las distintas facciones que dominan el dominio humano, cuidar el dinero que salió del aceite de nuestros robots, contratar pilotos, conseguir mechas nuevos y, de paso, destruir todo lo que se nos ponga enfrente.

Las modalidades de juego constan de un modo campaña que se puede jugar tanto en modo offline como en modo cooperativo y un modo quickplay o “Instant Action”, en donde se podrá personalizar en forma altamente detallada el escenario (lugar de las partidas individuales), así como también los Mechs que utilizaremos. Con el contenido adicional se agrega un modo nuevo: «Carrera», el cual nos permitirá iniciar una aventura en modo sandbox, creando nuestra propia compañía de mercenarios desde cero; esto quiere decir sin una misión principal.

El juego nos ubica en un futuro distante, en donde la dominación humana y los conflictos armados se expandieron más allá del sistema solar terrestre, siendo toda guerra y disputa de facciones zanjada con máquinas de guerra robóticas gigantes y de un tremendo poder balístico, pilotadas por aguerridos guerreros dentro de una pequeña cabina blindada. El juego nos pone en el cuerpo del «comandante Mason», que es el jefe de su propia banda de mercenarios, la cual tiene que arrancar de orígenes humildes y motivados por dos cosas: dinero y venganza por el asesinato de nuestro padre.

En cuanto a las mecánicas del juego, el movimiento de un robot de este estilo es pesado, reflejando todo esto con mecánicas similares al manejo de un tanque de guerra: aparatoso, pero asimismo implacable, en donde cada acción que realice el mismo es controlada por el piloto. Aunque parezca complicado y, a pesar de que esté lleno de botones asignados para controlar tal o cual parte del robot, el manejo de los controles es bastante accesible y, una vez que se juegan dos o tres misiones, ya es posible entender más o menos el dominio de nuestro coloso de metal.

Una mecánica que diferencia a este tipo de juegos es que el movimiento asemeja, como anteriormente se mencionó, a un tanque de guerra: la torreta (o el torso en nuestro caso) se controla independientemente del movimiento de la tracción (o las piernas), lo que puede inicialmente prestar a confundir al jugador y terminar estampándose con el edificio más cercano o caerse sin querer de un precipicio, por lo que hay que acostumbrarse, lamentablemente, a los roscazos. La ventaja de dominar esto es que se puede convertir a nuestro robot en un doble ciclón de destrucción: por un lado, atravesamos y aplastamos edificios, murallas, tanques y torretas, y por el otro tenemos el control independiente de nuestras armas, ya sea para reventar a otro enemigo robótico o para meterle un buen láser a los helicópteros que nos sobrevuelan como mosquitos.

Otro aspecto diferencial es que el uso de distintas armas incrementa el calor del Mecha dependiendo del tipo que sean (los láseres calientan más que los misiles o cañones), por lo que hay que adaptarse rápidamente a la gestión del calor, ya que si se sobrecalienta, el Mecha decide tomarse una siesta… y obviamente los enemigos no te van a traer una almohadita… probablemente nos metan un misilazo.

Uno de los platos fuertes de esta entrega es el nivel de personalización de los robots, en donde contamos con una amplia variedad de armas, municiones, armadura y potenciadores y en donde depende de nuestro ingenio el convertir un simple chasis en una masa imparable de armadura y balas. Esto lo podemos hacer durante misiones dentro de la nave de transporte mediante una interfaz sencilla y amigable (una vez que te acostumbrás). Para obtener dichos items, el juego provee un sistema de mercado in-game que va variando, dependiendo en el planeta que se visite, en el cual podremos realizar tanto compras de armas y municiones como de nuevos Battlemechs. Asimismo, hay que tomar en cuenta que estas bestias no se manejan solas, para ello deberemos contratar pilotos controlados por la IA en cantinas dispersas por todo el Inner Sphere con distintos niveles de experiencia y salario. Además, el sistema del juego implica que cada reparación, modificación o viaje interplanetario cueste tiempo y dinero, por lo que cada acción será vital en el impacto de nuestra gestión económica.

Como contenido relevante en el DLC, se agregan nuevas armas, municiones especiales y Mechs únicos o de «héroe», que contarán con una distribución única y poderosa de armas, skins especiales y potenciadores que no se pueden encontrar o instalar en otros robots, permitiendo resaltar en el campo de batalla.

Acerca del apartado técnico del juego, está realizado en el motor gráfico Unreal Engine 4, pudiendo revivir la experiencia de las glorias pasadas de otras entregas de una forma actualizada y habilitando tanto la vista en primera persona desde la cabina del Mech como en 3ª persona. La interfaz es moderna, estilizada y simplificada, otorga la información necesaria para la gestión completa del robot y puede perfectamente ser manejado tanto con teclado y mouse, como con joystick.

En cuanto a los aspectos gráficos, si bien son aceptables y representan un salto enorme frente a la última entrega, están un tanto distanciados de los estándares contemporáneos, dándole una sensación de que el juego se «quedó un poco en el tiempo», con texturas un poco borrosas que generan en algunas ocasiones una disminución de la inmersión y naturalidad en los combates, pero sin afectar en ningún momento el gameplay. Lo curioso de este aspecto es que el mismo estudio lanzó al mercado en 2013 el Mechwarrior Online (el cual sigue contando con soporte hoy en día) que genera mucha más inmersión, tanto en la interfaz como en el diseño del combate y ambientes.

Toda esta experiencia de destrucción y explosiones está ambientada con muy buena música heavy metal instrumental que va cambia según los escenarios en donde estemos y si estamos haciendo una misión en particular, poniéndonos en buena vibra para saltarles a todos la pintura. Los efectos de sonido, sin embargo, no están tan logrados para hacernos sentir que estamos realmente tirando cohetes del brazo o recibiendo balazos, generando en ocasiones una distancia de la situación que nos encontramos.

En resumen, el juego tiene sus pros y sus contras, llevando una estampa más tradicional y nostálgica que revolucionaria de juegos, lo cual cuadra bastante bien con el espíritu retro e intencionalmente tosco del universo Battletech que resulta en una experiencia divertida, pero de esas en que hay que darle tiempo al juego para poder engancharte. El punto positivo de todo esto es que todas las aristas que se pueden encontrar en el juego pueden ser arregladas con futuros parches y con algo que se considera una muy buena movida: la apertura del juego al Workshop de mods de Steam, abriendo las posibilidades a la comunidad gamer de poder darle ese pequeño impulso que puede llegar a faltarle a este juego para poder resultar una experiencia imperdible.

Si te gusta la idea de estar pilotando un tanque con patas y brazos, armado hasta los dientes y grande como un edificio, generando destrucción y caos a tu paso: este es tu juego.

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